viernes, mayo 06, 2011

No hay silencio que no termine, de Ingrid Betancourt

Lo que digo yo:


Me leí más de 700 páginas en cinco días. Es la mejor manera de explicar mi experiencia con este libro. Además, me produjo una experiencia muy rara, porque sabía que todo lo que me estaban contando viene de una experiencia real, pero lo consumí como si fuera un thriller en toda regla. Por ejemplo, empieza contando un intento de fuga. Yo sé -porque vi su rescate- que NO se escapa en ese intento y, sin embargo, lo leo casi con la esperanza de que consiga salir. Pasa cada vez que intenta escaparse, cada vez vas corriendo a leer la siguiente página para ver qué pasó. Eso quiere decir que es una narradora potente.


Betancourt -evidentemente y se nota- se implica emocionalmente como narradora, pero también tiene la sangre fría de describir pasajes que casi son periodísticos y de ser, a la vez, muy cuidadosa con lo que dice. Encuentra un equilibrio que a mí me pareció atinado.


De ese raro embrujo de leerlo como si fuera ficción salí de golpe al final. Las últimas cinco o seis páginas me sembraron un peso enorme en el pecho, en el estómago... es como si consiguiera que estés atrapada con ella y cuando empieza el final, empiezas también a soltar. Terminé, cerré el libro y me quedé en shock, dolida con el mundo, sorprendida, triste pero esperanzada, dándole vueltas a veinte mil cosas. Así al menos diez minutos. Una especie de resaca desde hace dos días en los que no he podido empezar ningún libro, porque tengo la sensación de que tengo que desintoxicarme de tanta realidad para poder aceptar, de nuevo, la invención.


Acabo diciendo que, aún cuando se puede ver su carácter fuerte detrás de las letras, hay cosas que se entienden mejor tras leerla, como la demanda al estado colombiano. Puedo estar en desacuerdo, me puede parece desmedido... pero no he sufrido un secuestro como para afirmarlo y, cuando se conocen los detalles, es bastante más fácil de entender.



Lo que dice la contraportada:


No hay silencio que no termine. En 2002 Ingrid Betancourt, candidata a la presidencia de Colombia, fue secuestrada. No hay silencio que no termine es el relato de sus seis años y medio de cautiverio a manos de las FARC. Íntimo, terrible, intensamente personal, este testimonio de su propia aventura no se parece a ningún otro. He aquí un viaje al corazón de las emociones extremas, una meditación sobre la vida, sobre la condición del réprobo y sobre lo que significa ser humano.

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