viernes, julio 12, 2013

Gravedad zero...


Leer este post con voz de doblaje español, por favor.


...


Viernes por la mañana. Entro a una tienda de accesorios especializados en X. Digamos que en alas y zapatos antigravedad, por decir algo. El dependiente, "Frankie" por ejemplo, está conversando sobre los modelos, el material, etc. Bien... hasta que me doy cuenta de que, en realidad, le encanta conversar y su deseo real sería tener un bar donde todo el mundo se sepa tu nombre. Lo noto cuando Frankie dice "Joder, Joe, es que esas tiendas son una basura, colega, tienes que venir aquí, en esas tiendas, colega, te tratan como uno más. Yo no, Joe, sabes bien que yo no. ¿Y cómo están las niñas, tío?".

Tras 40 minutos esperando (2 clientes más) me toca turno. Para entonces tres personas han esperado, se han hartado y se han ido, pero otras tres aguantamos estoicas nuestro momento con Frankie. Frankie parece no inmutarse de que la cola se haga enorme y de que los clientes se le vayan. Porque Frankie se lo pasa bien vendiendo zapatos antigravedad y alas.

"Tienes con bordado post venusianas, con llamas de saturno, con espinas lunares"... dice Frankie. Hace rato que no entiendo nada de lo que dice. Habla a un nivel de especificidad que se diría que es física cuántica multi molecular.

Me toca el turno.

Cuestión que yo ayer había pedido por teléfono que me reservara unas sandalias no-flow gran voladoras. Ayer. Ayer hacia las 8 pm. No han pasado muchas horas, de hecho la tienda cerraba a las 9 pm y abría hoy... exactamente 20 minutos antes de que yo entrara por la puerta. Así que en horas laborales, le pedí las sandalias no-flow gran voladoras hace 1hr y 20 mins.

Las busca.

Las busca.

Diez minutos después... "tía, lo siento, pero que no las encuentro".

Yo lo miro con cara de póker. Primero porque he esperado 50 minutos. Y segundo porque -llamadme chapada a la antigüa- no me gusta que me llamen "tía" en ninguna tienda.

"Es que no las tengo, te juro que ayer las tuve en la mano". Se lleva la mano a la cabeza. Me mira. "Joder, colega, o me las han pispa'o o no sé qué pasa, las tenía ayer". Ayer no, Frankie, AYER NO. Las tenías en la mano hace 1 hora jodida hora con 20 jodidos minutos. Me has fallado, Frankie. Y encima usas "pispar"... que es como palabra inventada, colega. Joder Frankie, no lo esperaba de ti.

50 minutos de mi vida que no volverán. Frankie se las ha "pispa'o".

Ahora, esto se explica con señalar un par de detalles:

a. Uno de los clientes que atendió es un "amigo de la casa". Lo llama por su nombre: "Michael", por ejemplo. Michael entra y se le nota a la legua que debe tener las botas antigravedad más especiales del mundo, únicas, customizadas. Michael es ese tipo de tío, lo ves con una mirada rápida.
Frankie no ha hecho lo que Michael le pidió hace unos días, pero le dice que lo llamará cuando lleguen sus alas newtonianas green division. Antes de que salga le dice: Perdona, Michael, dame tu número de teléfono. Charlie flipa, se ríen los dos. "Joder, Frankie, sabes mi nombre, sabes mi jodido nombre, hasta diría que sabes mi dirección, colega", dice Michael. Le repite el número y Frankie lo anota en su libreta. Una de las tres que tiene llena de apuntes encima del mostrador, que no guardan ningún tipo de orden.

b. Otro de los clientes, "Little Pete" se ha llevado 375 euros en zapatos y alas. Le convenció de la aerodinámica de no sé qué y... 375 euros. De las alas que no se llevó Little Pete aún quedan cinco pares encima del mostrador. Son alas caras, carísimas. Frankie se ha ido tantas veces del mostrador que le podría haber "pispa'o" las alas caras si me hubiese dado la gana.

De aquí es fácil deducir que... Frankie, tío... la crisis a ti no te toca, Frankie, debe ser por los zapatos antigravedad y las jodidas alas. Eres un jodido chaval con suerte.

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